Ya son años que tomo mate, es una costumbre que disfruto y me autoimpuse buscando mantener un poco a raya mi ansiedad y la comida, hidratarme y de paso sumar un poco de minerales y sustancias beneficiosas a «la cuerpa».
El tiempo pasa implacable por nuestra piel, usando los poros, pasando a llevar los huesos y desgastándolos así como el viento erosiona las piedras en los cerros.